La suspensión de las clases presenciales provocada por el coronavirus llevó a las escuelas a replantearse sus métodos de enseñanza de la noche a la mañana. Muchos factores han motivado estos cambios en las instituciones educativas: la necesidad de dar continuidad al programa de estudios, satisfacer las necesidades de alumnos y padres, mantener el empleo del personal, evitar la caída de los ingresos mensuales de la escuela, evitar el abandono escolar, entre otros.
Ante toda esta nueva realidad, muchas escuelas han empezado a formar a sus profesionales de la educación para que adopten otras vías que permitan a los alumnos progresar mediante el uso de recursos tecnológicos. Enseñar a distancia, utilizando recursos en línea y ante las cámaras se ha convertido en un gran reto para los educadores.
Lo cierto es que, aunque impulsado por Covid-19, este cambio en la metodología de aprendizaje y enseñanza es necesario desde hace muchos años. Necesitamos comprender las nuevas pautas de comportamiento de los alumnos que, en su mayoría, son incapaces de dedicar toda su atención a 5 horas o más al día de clases presenciales con los medios tradicionales: pizarras, lectura solitaria de materiales y largas explicaciones del profesor.
En los años 90, la introducción de la televisión en las aulas se consideró una iniciativa revolucionaria, al igual que las tabletas, que, utilizadas en algunas clases, también han despertado el interés de los alumnos en la última década. Hoy en día, la enseñanza debe realizarse de forma que provoque el desarrollo personal y colectivo del alumno, mediante la reflexión crítica y los valores formativos que preparen al joven o al niño para la vida.
Las investigaciones realizadas por la Fundación Lemann* demuestran que una gran parte de los jóvenes que se han incorporado recientemente al mercado laboral tienen dificultades para comunicarse, carecen de habilidades socioemocionales y de orientación profesional. En otras palabras, las escuelas no han colocado a sus alumnos como protagonistas, sino como espectadores. Desgraciadamente, los jóvenes terminan sus estudios sin estar preparados para incorporarse al mercado laboral y ofrecer los resultados que se esperan de un profesional.
Los profesores ya no pueden comportarse como meros transmisores de materias, sino que deben construir constantemente conocimientos para animar a los jóvenes a descubrir su papel en la vida y en la sociedad. La buena noticia es que todas las habilidades para el proyecto de vida del alumno se pueden transmitir y mejorar con el uso de la tecnología a través de: proyectos, juegos, actividades sociales y culturales, trabajos que desarrollen habilidades socioemocionales, etc. El uso de recursos tecnológicos puede hacer que esta enseñanza sea personalizada y motivadora, ya que, aunque los tiempos han cambiado, una característica sigue siendo la misma: los alumnos siguen prestando atención a lo que más les interesa.
Los educadores tienen que dedicarse a aprender a entender lo que responde a los intereses de los alumnos y hacer que las asignaturas sean atractivas, para que los niños y adolescentes sean protagonistas de sus historias y conscientes de sus actos y elecciones. De este modo, los alumnos utilizarán todos los recursos a su alcance para crear y desarrollar soluciones a los problemas y vergüenzas de esta época moderna y compleja en la que vivimos.
*Fundación Lemann: Organización sin ánimo de lucro dedicada a resolver retos sociales en Brasil mediante iniciativas educativas.